Nessum Norma y la victoria por encima de los imposibles

Nessun Dorma, una pieza de la ópera Turandot, de Puccini, es mucho más que una aria.  Es un viaje psicológico intensísimo. Comienza explicando la ansiedad inicial que acompaña al protagonista, a Calaf. Son casi tres minutos de tensión, cada vez mayor, hasta el clímax del "¡Vincerò!". Es la lucha humana por la libertad y la trascendencia. Es un grito también de esperanza. Es... una genialidad. Su poder no se limita a la ópera, el cine la ha convertido en un símbolo narrativo.

En Mar adentro (Amenábar, 2004), la pieza acompaña la fantasía de vuelo de Ramón Sampedro (Javier Bardem). Él yace inmóvil, pero la música evoca su anhelo de liberación física y moral. El "¡Vincerò!" es un grito, silencioso, por la dignidad ante la muerte, por su elección de la eutanasia como un triunfo espiritual sobre la opresión.

Hay decenas de películas en la que aparece. Una debilidad mía es la serie Misión Imposible. En Nación Secreta el director Christopher McQuarrie decide usarla en una de las escenas "grandes", en la ópera de Viena, para explicar la relación entre los protagonistas. Cuando Ilsa apunta con su rifle la música enfatiza que ella y Ethan son iguales en habilidades y dilemas. Y cuando Calaf canta "Il mio mistero è chiuso in me" ("Mi misterio está guardado en mí"), Ilsa personifica este misterio, es una agente del MI6 infiltrada, cuyo objetivo real es desmantelar el Sindicato.


Pero es mucho más emocionante en la intimidad: cuando Ilsa le propone a Ethan huir juntos, fragmentos orquestales de Nessun Dorma envuelven su diálogo. Es una versión minimalista, emotiva, sencilla y maravillosa del tema principal del aria, adaptada por Joe Kraemer. Son fragmentos, en cuerdas y vientos, es la intimidad del diálogo. Una melodía con muy pocas notas, pero que suman, desesperadamente, anhelo. Notas ascendentes de la orquesta que reflejan el deseo de libertad de Ilsa, pero también la imposibilidad de concretarlo. El "¡Vincerò!" de Calaf en la ópera se transforma aquí en una incumplida victoria personal. Es un contraste casi irónico: mientras en la ópera el aria representa triunfo, aquí nos envuelve una derrota emocional. La música expone la paradoja de dos agentes capaces de sobrevivir a misiones imposibles son incapaces de escapar de sus propias identidades. Las notas, las mismas notas, son ahora melancólicas, revelan la tragedia de sus vidas: ella busca redención; él elige el deber sobre el amor. El "Vincerò!" triunfal es aquí una promesa rota de libertad.


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