El viaje psicológico de Robert Redford



"La gente ha estado tan ocupada relacionándose con mi apariencia, que es un milagro que no me convirtiera en una gota de protoplasma autoconsciente. No es fácil ser Robert Redford"

Perdió a seres queridos demasiado pronto y no tuvo mucho tiempo de atención de su padre. Tuvo que pelear, no tanto "contra" su belleza, sino con la ceguera hacia su talento.

Muy preocupado por su entorno, por el medio ambiente, por el desarrollo del arte y de la creatividad.

La carrera y la vida de Robert Redford (1936-2025) estuvieron profundamente marcadas por el apego a sus valores y sus vínculos de amistad, tanto en lo personal como en su filmografía. Su amistad legendaria con Paul Newman, nacida en el rodaje de Dos hombres y un destino (1969), trascendió la pantalla e incluyó bromas icónicas y apoyo mutuo en momentos difíciles, como la muerte del hijo de Newman. Esta conexión se reforzó en El golpe (1973), donde su química como compañeros timadores reflejaba una complicidad real.

Redford exploró apegos complejos en sus películas. En Gente corriente (1980), que dirigió y que le valió un Óscar, abordó las tensiones familiares y el duelo, explorando los déficits de su experiencia. El río de la vida (1992), otro film dirigido por él, profundizó en los lazos fraternos y la incomprensión paterno-filial. Como actor, en Memorias de África (1985) mostró un amor libre y conexión con la naturaleza, que desarrolló aún más en Las aventuras de Jeremiah Johnson. En Todos los hombres del presidente (1976) retrató la lealtad profesional entre periodistas, y el poder del periodismo bien empleado; al mismo tiempo que la fragilidad de la democracia, incluso en un país con instituciones sólidas, el abuso de poder puede llegar hasta la presidencia. 

Su compromiso con el cine independiente a través del Festival de Sundance evidencia su apego a la autenticidad creativa y su apoyo a nuevas voces. Quizá el festival más importante de EEUU.

La carrera de Robert Redford ilustra un proceso de integración remarcable entre sus experiencias traumáticas tempranas, sus talentos naturales y sus profundos valores. Lejos de ser víctima de sus circunstancias, Redford demostró una capacidad excepcional para sublimar sus dificultades en expresión artística y acción institucional. La amistad y el apego, tanto en su vida como en su obra, definieron a Redford como un artista íntegro y humanamente conectado.

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